martes, 15 de marzo de 2016

Camino a Javier en positivo y con la música como droga

Este año me propuse que haría de nuevo la javierada, a pesar de que hace 3 años atrás me prometí no volver a hacerla. Es cierto que se me quedó una pequeña espina porque me quedé a mitad de camino, pero lo pase francamente mal, Entonces pensé que era porque no estaba físicamente preparada, ya no hacía el ejercicio que hacía con 17 años cuando conseguí llegar por primera vez hasta el final. Realmente pensaba que era falta de entrenamiento. Pero en realidad lo que ocurría era que no estaba preparada mentalmente para ese reto. Hoy lo sé, se que es más un problema mental que físico el llegar o no llegar a Javier. Porque hoy por hoy no me siento mejor físicamente, más bien diría que estoy peor, sin embargo, psicologicamente la Maider de hoy no tiene nada que ver con la Maider de hace 3 años. Hace 3 años yo estaba bastante hundida y a punto de renegar de Dios, a penas quedaba un mes. Había gastado muchas bazas en mi camino de la vida confiando en que existía un Dios que velaba por mi vida. ¿Cómo iba a llegar hasta Javier con tal perdida de confianza (no sólo en Dios pues creo que es lo de menos) en mi misma? Ya no confiaba en que nada en mi vida saliese bien, no tenía alegría en el día a día, pasaban los días como si estuviese en un modo standby, todo me daba realmente igual, no había ilusión por nada, ¿para que si no iba a conseguirlo?. Esa era mi forma de pensar hace 3 años. Con esa actitud... no se puede llegar a ningún lado, bastante que llegue hasta la mitad del recorrido.

Sin embargo, el tiempo fue pasando, y de pronto un día todo cambió. No puedo decir que haya recuperado mi fe en Dios, pues no se qué pensar ni sé que siento en ese sentido. Sólo puedo decir que primero llego ella, mi sobrina, por la que merecía la pena sonreír, aunque solo fuese en su presencia. Y luego llego el día que cumplí los 30 y mi mochila cayó. De pronto todo el peso que llevaba aguantando se evaporo, como si de un truco de magia se tratase. Y empece a ver las cosas de otra manera, con mayor libertad de pensamiento, como si todo pudiese conseguirlo si me lo proponía, como si el tiempo ya no fuese un problema. Y al ver las cosas de otra manera, otras cosas fueron llegando a mi vida sin darme cuenta. Lo positivo atrae lo positivo, es algo en lo que creo ciegamente, en la ley de la atracción. Yo he podido comprobar con los años, como aquellos alis en los que estaba tan hundida solo iban llegando cosas malas, y en cuanto cambié mi forma de pensar a positivo, de pronto mi vida se lleno de cosas positivas. Poco a poco todo fue volviéndose de un color más rosado, más limpio, más brillante.

Sé que es gracias a esta forma de pensar que este año he conseguido llegar a Javier, sin ella nunca habría llegado. Y si en algún momento flaqueaba en el camino tenía dos grandes ayudas, mi chico Tomás que siempre tenía alguna palabra de aliento y de humor para hacerme seguir adelante y devolverme la forma positiva del pensamiento, y la música, mi única droga, capaz de elevarme al éxtasis con el ritmo y sus letras.

Cuando termine el camino dije que no volveré a repetir. Pero bueno, eso dije hace 3 años. Así que... vete a saber. El sufrimiento poco a poco se va olvidando y se queda la satisfacción y la experiencia vivida. Eso es así, en todos los sentidos de la vida.

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